Este tipo de joyas pueden resultar extravagantes y raras, pero seguro que no nos dejan indiferentes.
Ya sea por el temor o incluso la repulsión que pueden causar, la indignación por el trato que recibe el animal, la admiración ante una tradición milenaria y por qué no, la fascinación por su belleza. Estas joyas vivientes o mascotas adornadas consisten en un maquech decorado con gemas semipreciosas que se adhieren a su coraza con pegamento. Posteriormente se le coloca una cadena con un imperdible en su extremo, de manera que el insecto puede moverse con relativa libertad una vez sujeto el imperdible sobre nuestro pecho.
El Maquech o Makech (Zopherus chilensis) es un coleóptero (escarabajo) que se puede encontrar comercializado en el Yucatán, México como artesanía o joyería viva, hasta ahora era para los turistas una mascota curiosa o un complemento extravagante. Hasta que una de estas peculiares joyas le fuera confiscada a una ciudadana estadounidense que regresaba a casa. Desde entonces las joyas vivas han despertado, aún más si cabe, la curiosidad del gigante americano y de sus adictas a la moda, así cómo la de muchos turistas que observan sorprendidos esta muestra de artesanía.
Historia
Esta curiosa joya o mascota no es un invento nuevo, es tan sólo una de tantas modas que después de siglos olvidada reaparece. Su mismo nombre proviene del maya "macech".
El uso de este insecto cómo ornamento data de tiempos precolombinos. Diversos autores de principios de siglo XX constatan en sus escritos (Dollero 1911, Patten 1890), esta práctica por parte de los hombres de las zonas rurales. Estos se los regalaban como prenda de amor a sus esposas, ya que tradicionalmente se ha considerado un amuleto contra el desamor. Por aquel entonces se anudaba un cordel alrededor del cuello del maquech y se prendía sin decorar. No fue hasta los ochenta que empezaron a adornarse con gemas.
Leyenda
Todo tiene su inicio en una leyenda Maya:
La princesa Cuzán (golondrina), conocida en toda la región por su belleza, era la hija predilecta del Ahnú Dtundtunxcaán (el Gran Señor que se sumerge en el cielo). La joven estaba prometida con el príncipe Ek Chapat, el futuro Señor del Reino, a quien no amaba. Cuenta la leyenda que el rey, padre de la joven, gustaba de obsequiar los tesoros conseguidos en la guerra a su hija más bella y querida, Cuzán. En una de estas ocasiones la joven acudió a agradecer a su padre un obsequio cuando conoció a un hermoso joven, Chalpol (Cabeza roja)
En aquel preciso instante sus vidas quedaron entrelazadas. Esa misma noche ambos se encontraron en la Ceiba sagrada, se juraron amor eterno y rogaron a los dioses que los mantuvieran unidos eternamente. Así cada noche durante un largo tiempo los amantes se encontraban para renovar su promesa.
En la ciudad se extendió el rumor de que la princesa Cuzán, aún estando prometida, tenía un amante, Chalpol. Dicho rumor llegó a oídos del príncipe Ek Chapat, el prometido de la princesa, que sin poder dar crédito a las habladurías decidió seguir a la joven. Una vez comprobó que era cierto, lleno de furia habló con el Rey Ahnú Dtundtunxcaánde y exigió que Chalpol fuera sacrificado.
Hasta el día del sacrificio Cuzán suplicó clemencia, prometió incluso no volver a ver a su amado si le perdonaban la vida, lloró y se negó a tomar alimentos. Pero fue en vano, el día del sacrificio llegó y se quemó copal para expulsar a los espíritus y Chalpol fue pintado de azul para la ceremonia.
De nuevo suplicó Cuzán a su padre por la vida de su amante, entre sollozos juró aceptar obedientemente desposarse con el príncipe Ek Chapat. El Rey, viendo la desesperación de la joven consultó con los sacerdotes, el Halach Uinic perdonó la vida al muchacho a cambio de que ese día su hija se encerrara en sus habitaciones, si no lo hacía así Chalpol sería sacrificado.
La joven aceptó, y rogó durante todo el día entre lágrimas por la vida de su amado, pues temía que al llegar la noche recibiría la amarga noticia de su muerte. Cuando fue llamada a presentarse ante el Gran Sacerdote Halach Uinic, sintió una sombra sobre su alma, y esta sombra se hizo aún más oscura cuando al llegar al patio del templo dónde el Sacerdote vio que él y su padre estaban solos, en vano buscó con la mirada a su amado. Preguntó la joven por su paradero, ¿acaso lo habían enviado lejos?, ¿lo mantendrían preso hasta que los dioses reclamaran su alma? o ¿lo habían sacrificado?
El Rey sonriente señaló a Halach Uinic, sacerdote y hechicero que, dirigiéndose a ella, le ofreció un escarabajo y le dijo: “Cuzán, aquí tienes a tu amado Chalpol. Tu padre le concedió la vida, pero me pidió que lo convirtiera en un insecto por haber tenido la osadía de amarte”.
La princesa lo cogió entre sus manos y le dijo: “Juré nunca separarme de ti y cumpliré mi juramento”.
Así que la joven hizo llamar al mejor y más hábil joyero del reino, éste lo recubrió de las piedras más bellas y preciadas y sujetó a una de sus patas una cadenita de oro. Cuando se lo entregó a la princesa esta lo colocó en su pecho y le dijo estas palabras que han sido recordadas y transmitidas así generación tras generación: “Maquech, eres un hombre, escucha el latido de mi corazón, en él vivirás por siempre. He jurado a los dioses no olvidarte nunca. Maquech, los dioses no han conocido nunca un amor tan intenso y tan vivo como este que consume mi alma”.
Cuenta la leyenda que así la princesa Cuzán y su amado Chalpol, pudieron cumplir su juramento y que por eso su amor es eterno y aún hoy se mantiene y que las jóvenes pueden sentirlo si se prenden en el pecho un Maquech.
La princesa Cuzán (golondrina), conocida en toda la región por su belleza, era la hija predilecta del Ahnú Dtundtunxcaán (el Gran Señor que se sumerge en el cielo). La joven estaba prometida con el príncipe Ek Chapat, el futuro Señor del Reino, a quien no amaba. Cuenta la leyenda que el rey, padre de la joven, gustaba de obsequiar los tesoros conseguidos en la guerra a su hija más bella y querida, Cuzán. En una de estas ocasiones la joven acudió a agradecer a su padre un obsequio cuando conoció a un hermoso joven, Chalpol (Cabeza roja)
En aquel preciso instante sus vidas quedaron entrelazadas. Esa misma noche ambos se encontraron en la Ceiba sagrada, se juraron amor eterno y rogaron a los dioses que los mantuvieran unidos eternamente. Así cada noche durante un largo tiempo los amantes se encontraban para renovar su promesa.
En la ciudad se extendió el rumor de que la princesa Cuzán, aún estando prometida, tenía un amante, Chalpol. Dicho rumor llegó a oídos del príncipe Ek Chapat, el prometido de la princesa, que sin poder dar crédito a las habladurías decidió seguir a la joven. Una vez comprobó que era cierto, lleno de furia habló con el Rey Ahnú Dtundtunxcaánde y exigió que Chalpol fuera sacrificado.
Hasta el día del sacrificio Cuzán suplicó clemencia, prometió incluso no volver a ver a su amado si le perdonaban la vida, lloró y se negó a tomar alimentos. Pero fue en vano, el día del sacrificio llegó y se quemó copal para expulsar a los espíritus y Chalpol fue pintado de azul para la ceremonia.
De nuevo suplicó Cuzán a su padre por la vida de su amante, entre sollozos juró aceptar obedientemente desposarse con el príncipe Ek Chapat. El Rey, viendo la desesperación de la joven consultó con los sacerdotes, el Halach Uinic perdonó la vida al muchacho a cambio de que ese día su hija se encerrara en sus habitaciones, si no lo hacía así Chalpol sería sacrificado.
La joven aceptó, y rogó durante todo el día entre lágrimas por la vida de su amado, pues temía que al llegar la noche recibiría la amarga noticia de su muerte. Cuando fue llamada a presentarse ante el Gran Sacerdote Halach Uinic, sintió una sombra sobre su alma, y esta sombra se hizo aún más oscura cuando al llegar al patio del templo dónde el Sacerdote vio que él y su padre estaban solos, en vano buscó con la mirada a su amado. Preguntó la joven por su paradero, ¿acaso lo habían enviado lejos?, ¿lo mantendrían preso hasta que los dioses reclamaran su alma? o ¿lo habían sacrificado?
El Rey sonriente señaló a Halach Uinic, sacerdote y hechicero que, dirigiéndose a ella, le ofreció un escarabajo y le dijo: “Cuzán, aquí tienes a tu amado Chalpol. Tu padre le concedió la vida, pero me pidió que lo convirtiera en un insecto por haber tenido la osadía de amarte”.
La princesa lo cogió entre sus manos y le dijo: “Juré nunca separarme de ti y cumpliré mi juramento”.
Así que la joven hizo llamar al mejor y más hábil joyero del reino, éste lo recubrió de las piedras más bellas y preciadas y sujetó a una de sus patas una cadenita de oro. Cuando se lo entregó a la princesa esta lo colocó en su pecho y le dijo estas palabras que han sido recordadas y transmitidas así generación tras generación: “Maquech, eres un hombre, escucha el latido de mi corazón, en él vivirás por siempre. He jurado a los dioses no olvidarte nunca. Maquech, los dioses no han conocido nunca un amor tan intenso y tan vivo como este que consume mi alma”.
Cuenta la leyenda que así la princesa Cuzán y su amado Chalpol, pudieron cumplir su juramento y que por eso su amor es eterno y aún hoy se mantiene y que las jóvenes pueden sentirlo si se prenden en el pecho un Maquech.
Polémica
Tras difundirse imágenes y vídeos de Maquech en los medios internacionales diversas asociaciones de animales han denotado la crueldad a la que se somete a estos animales además de aumentar el riesgo de extinción de la especie, qué solamente se puede encontrar en el Yucatán. Los recolectores de Maquech han denotado que cada vez han de alejarse más de los lugares de cosecha habituales para encontrar especímenes.
Otro de los factores polémicos sobre este tipo de mascotas o joyas es su difícil cuidado, los artesanos que los venden recomiendan una dieta a base de madera humedecida, untada en miel o agua azucarada, incluso se llega a afirmar a los turistas que los maquech adultos se alimentan prácticamente de aire. Esta dieta a base de carbohidratos mantiene vivo al insecto un par de semanas, pero su cuidado real es más complejo.
Cuidados
Si estáis interesadas en haceros con uno, sea cómo mascota o cómo adorno primero recomiendo leer este artículo dónde se explica con todo lujo de detalles cómo deben alimentarse y proteger a estos insectos. En el mismo artículo además se hace una referencia muy interesante a la posibilidad de su cría para evitar así el daño medioambiental que pudiera derivar de su sobreexplotación. Ademas debes informarte sobre si se puede o no sacar legalmente del país o de los documentos necesarios para que puedas introducirlo en el tuyo.
son algo raros en El Salvador..!
ReplyDelete¡¡ Que asco !! Ni regalados
ReplyDelete